“Cuando el pozo se seque, entonces sabremos el verdadero valor del agua” – Benjamin Franklin
Como un venezolano que vive en el exterior, pero que sigue con un interés casi masoquista las noticias del terruño por medio de la RED, uno llega a pensar que ha dejado de sorprenderse de lo insólito de las cosas que ocurren día tras día. Me imagino que esta aparente falta de estupefacción, suerte de mecanismo de protección de la psiquis, le ocurre en un mayor grado a los que viven en Venezuela, y que están más cerca de esa telenovela diaria llamada “revolución” (mis comillas).
El último episodio en esta comedia de errores que protagoniza el gobierno de la “revolución”, es la ya inocultable crisis del sector eléctrico. No haré un uso fácil del humor refiriéndome a las recomendaciones del barinense de usar “totuma” para bañarse en tres minutos. Tampoco haré mención de las recomendaciones presidenciales sobre el uso inadecuado de la ducha como lugar de esparcimiento, y tampoco haré contabilidad sobre cuántos megavatios se desperdician diariamente en la difusión de las divagancias del inquilino de Miraflores. Muchos y mejores venezolanos que yo ya han pateado esa particular trocha, agotando la vena de humor negro criollo.
No quiero tampoco desperdiciar la ahora escasa electricidad que el lector pueda dedicar a estar conectado a la red (cuando el sistema no falla por alguna razón u otra[1]) para hacer disquisiciones sobre el descarado cinismo que exhiben los funcionarios oficiales (y algunos ex-funcionarios que hoy fungen de voceros de la disidencia política) sobre la crisis eléctrica que ya se desató.
Esta no es la primera de las escaseces, eventuales y/o estructurales, a las que el gobierno nos ha sometido durante los últimos 11 años. La lista es larga y diversa: harina, azúcar, arroz, café, jabón de lavar, papel higiénico, gasolina, gas natural, pasaportes, cédulas de identidad, empleo, divisas, seguridad, libertad…Pareciera que el camino al paraíso de la igualdad social por él que se nos pretende llevar, al igual que el del infierno, está pavimentado de buenas intenciones…¡y escasez!
Esta “nueva” escasez es quizás una de las que más revela la naturaleza paradójica de los tiempos que los dioses del Olimpo han destinado, como penitencia, para esta “Tierra de Gracia”: escasez en tiempos de abundancia. En un lapso de pocos días, el gobierno ha anunciado con bombos y platillos un descubrimiento de gas costa afuera de la península de Paraguaná. Este descubrimiento, según el libreto oficialista, nos colocaría en la misma liga con la antigua Unión Soviética y los países árabes como una potencia gasífera y energética de dimensiones planetarias. Al mismo tiempo, y sin el menor sonrojo, el gobierno reconocía, entre apagones y sequías, la crisis del sector eléctrico y por implicación el retroceso de la sociedad venezolana a una época donde la oscuridad daba origen a los cuentos de ánimas aparecidas y a romances furtivos.
No seremos tan mezquinos como para quitarle el merito a nuestros colegas españoles e italianos por su descubrimiento en aguas territoriales venezolanas. Tampoco señalaremos que las proyecciones de reservas que ellos hacen se atisban prematuras y algo exageradas, dada la escasez de información formal. Después de todo, también somos mediterráneos. Lo que si debemos señalar es la desfachatez de aquellos que no ven contradicción en vanagloriarse del mérito de otros, mientras lo que le toca regentar se deshilacha en “Live TV” ante los ojos de todos.
Un país que siempre ha abundado en recursos energéticos de todo tipo, y que poco ha sabido convertir en riqueza sustentable, no alcanza todavía a entender porque el ensanchar esa base de recursos no nos hace más ricos. El país continua sin aprender de las lecciones del pasado, por el contrario subraya la incapacidad de su clase política (pasada y presente) para construir una nación moderna apuntalada en sus ventajas naturales. Los gobernantes de turno no acaban de entender que la modernidad que la sociedad anhela pasa por el uso eficiente y eficaz de todos los recursos naturales y humanos de la sociedad, y no por la continua búsqueda de culpables y la exclusión sistemática de los hábiles; “la culpa es del gobierno anterior…” ya no alcanza como explicación.
Las reservas de gas que con alguna suerte serán registradas por el reciente descubrimiento en la fachada Caribe del oeste venezolano, infortunadamente no serán más que cifras que se añadirán a las de la plataforma Deltana y del norte de Paria; recursos sin desarrollar, continuas promesas, víctimas de nuestros fantasmas atávicos de falsa soberanía y de malas políticas. Al mismo tiempo, las luces se apagan en un país donde esto, más que un símil fácil, es una realidad que se materializa ante el aplauso mimético y cómplice de algunos, y el asombro paralizado del resto, mientras que por otro lado importamos gas desde Colombia por un futuro indefinido.
Las reservas de de hidrocarburos, inmensas como ellas son desde cualquier punto de vista (bien sea en la Faja, como costa afuera), son como las condecoraciones de batallas imaginarias con las que nuestros militares se adornan, buenas para impresionar al desprevenido, pero inútiles a la hora de pelear la verdadera batalla de desarrollar el país, sino se tiene la voluntad y el conocimiento para hacerlo.
Recordemos todos, tanto los que creen en la “revolución”, como quienes la adversan, que el resultado inocultable de la gestión de la última década, es un país que pasó de ser la fuente de energía por excelencia del hemisferio por la mayor parte del siglo XX, a un país minusválido y en terapia intensiva, donde las luces se seguirán apagando en la ciudad…mientras en la colina el palacio sigue iluminado.
Y aunque sea inverosímil, hemos derivado hacia el más improbable y triste de los escenarios: sin energía en el país de la abundante energía, “llevando cocos a la playa”, mientras nos miramos en el espejo de la madrastra de Blancanieves repitiendo de manera cansona: “…espejito, espejito ¿quién tiene las mayores de reservas del planeta?
¿Quién sabe? Quizás cuando atisbemos la playa, con cocoteros vacíos, empezaremos a aprender la lección que la historia se empeña en enseñarnos y nosotros en desoír.
Posted in Petroleumworld Nov 1, 2009
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[1] Aprovecho para comentar que INTERCABLE en Caracas me tiene incomunicado hace más de tres semanas, a pesar de que, como el gobierno, vive prometiendo que va a ir a repararlo “hoy”. Evidencia de que nuestros problemas tienen un origen que va más allá de la distinción gobierno-empresa privada…será que el desarrollo es una quimera, como decía la canción