Hace unos pocos días recibí una nota vía “Facebook” de una gran amiga, periodista y alguna vez compañera de trabajo y de quién no sabía hacía ya tiempo, preguntándome si estaría interesado en hablar con una de sus colegas del diario El Mundo, en Caracas.
Según entendí de la corta y afectuosa nota, la reportera en cuestión quería entrevistar a ex - trabajadores de PDVSA que estuviesen trabajando todavía en el sector, pero en empresas fuera de Venezuela. Por pura coincidencia, o quizás no, el diario El Nacional publicó esta misma semana una nota muy extensa sobre un grupo de petroleros venezolanos que han encontrado alguna fortuna construyendo una compañía petrolera en Colombia.
Debo confesar que la nota de mi amiga me generó sentimientos ambiguos. Por un lado, alegría, como petrolero, por la oportunidad de usar el vehículo de la prensa venezolana para hacer visible frente a la opinión pública venezolana, que poco a menudo se ocupa, a los más de 20.000 trabajadores que fueron despedidos de PDVSA durante el período 2002-2003. Pero por el otro lado, sentí tristeza, como individuo, que a pesar del tiempo transcurrido y los baches sorteados durante más de 7 años, uno siga siendo calificado como un ex-“algo”.
Esta línea de pensamiento me llevó a rumiar que en la vida, si uno trabaja y tiene algo de suerte (mala y buena), uno evoluciona de una etapa a otra. Esto hace que la vida pueda ser vista, de una manera simplista, y en mi opinión errada, como una sucesión de ex(s).
Ex–alumno de tal cuál colegio o liceo, ex-jugador de tal o cual deporte, ex-miembro de tal o cual grupo, coral, partido político, equipo deportivo, universidad, compañía y hasta ex – esposo(a). Esas son muchas de las descripciones que pueblan nuestras vidas y que sirven de muletillas convenientes para describirnos, tanto positiva como peyorativamente. Suerte de etiquetas de conveniencia y faltas de profundidad. Valga la pena anotar que, salvo en situaciones excepcionales, uno nunca se transforma en ex – hijo(a) o en ex –padre (madre).
La connotación positiva de ser ex(s), se deriva de si la membrecía que se reclama nos da autoridad o preeminencia ante nuestro grupo social, como si de una condecoración de batallas ganadas se tratara. Lo negativo, por otro lado, se desprende de cuando esa misma membrecía nos asocia con algo que el grupo considera como una mácula denigrante o censurable. Más aún, si a ver vamos, esto de los ex(s) pareciera implicar que es más importante juzgar a alguien por la acumulación de ex(s) de un pasado reciente o lejano, que juzgarlo por las realidades del presente.
Es ese presente, y la real posibilidad de contribuir a nuestro futuro y el de nuestro entorno, lo que determina nuestro verdadero valor de cara a la sociedad, y en última instancia ante nosotros mismos. Mi colección de ex(s) describe lo que fui, y quizás hasta mis posibilidades de ser, pero no determina ni me da licencia, sobre el presente. Eso solo lo hacen mis actos de hoy en día.
En el caso que nos ocupa, el gobierno que en mala hora nos tocó, quiere convertirnos también, como si de etiquetas se tratara, no solo en ex-PDVSA, sino también en ex- venezolanos.
Es así que desde hoy en adelante propongo eliminar el apelativo de ex – PDVSA, para denominar a aquellos que dedicaron sus vidas a construir la industria petrolera que ayudo a ensamblar la Venezuela del siglo XX. Si las cualidades humanas que los llevaron a dedicar, y en algunos casos a sacrificar sus vidas, están todavía hoy presentes en sus quehaceres, en Venezuela o fuera de ella, estén o no cerca del petróleo, no son ex(s), sino son y seguirán siendo merecedores del mejor título que se puede tener en una sociedad libre: Ciudadanos.
Así que apenas termine de escribir y revisar estas cortas líneas, le enviaré una nota a mi amiga diciéndole que estoy más que dispuesto a conversar con la reportera de cómo los venezolanos, petroleros o no, dentro y fuera de los confines de la patria, demostramos que si se puede construir a pesar de las dificultades y por encima de los apelativos.
El día que Colombia, que es donde hoy nos toca en suerte estar, tenga a bien recibirnos formalmente como parte de sus hijos, añadiremos un gentilicio, pero tengan por seguro que nunca seremos ex-venezolanos.
Publicado en ABC DE LA SEMANA
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