Un día cualquiera en la vida del petróleo
Luis A. Pacheco
Posted on Analitica Premium
Viernes, 28 de abril de 2006
“El Presidente Bush anuncia planes para bajar los precios de la gasolina” - PBS Online “El Presidente Chávez amplía el alcance de descuentos de petróleo para pobres en los EE.UU.” – Raw News “El miedo y los especuladores empujan el precio del petróleo demasiado alto, dice el Presidente de British Petroleum” – The Guardian
“La industria petrolera enfrentará tiempos difíciles en Washington debido el aumento de precios y ganancias” – MSNBC
“China aprueba proyecto para convertir carbón en petróleo” – Oil and Gas Journal
“Safari Petrolero chino arriba a Nigeria” – AFP “Presidente Iraní piensa que los precios del petróleo continuarán aumentando” – Dow Jones Wireline
Estas y otras decenas de noticias las encontrará el lector interesado, lego o experto, cualquier día de la semana, y en esta aldea global en la que convivimos con otros seis mil millones de la especie, renovadas cada hora del día, en un interminable carrusel de nuevos acontecimientos y actores.
El petróleo, o mejor dicho la energía y su disponibilidad, han pasado a ser de noticia eventual para expertos, a ser el telón de fondo del escenario sobre el cual se desarrollan los eventos que modelan nuestro presente y futuro.
El crecimiento de la economía mundial, liderado por los gigantes de Estados Unidos, China e India, acoplado a la falta de inversión en la cadena de suministro de productos y las crecientes tensiones geopolíticas, ha empujado el precio de la energía, en particular del petróleo, a niveles cercanos a los máximos históricos.
En este escenario de tensión e incertidumbre, los políticos, los medios y en general el ciudadano común, buscan razones, direcciones, predicciones. Los medios de comunicación, se inundan de todo un espectro de explicaciones.
En un extremo del espectro se concentran en la búsqueda de culpables por los altos precios de la energía, esto de manera predecible ocurre en los países consumidores. En el otro extremo, se construye argumentos apuntando el dedo hacia el consumo irracional como principal causa, esto de manera no predecible, también ocurre en los países consumidores.
Como regla general, las transnacionales del petróleo y los países productores, o debemos decir exportadores, tratan de mantener un perfil bajo ante la fusilería verbal y escrita que día a día apunta hacia ellos como los “malos de la partida”.
En el mientras tanto, la teoría del “Peak Oil”, que sostiene que estamos cerca o ya sobrepasamos el punto después del cual el consumo de petróleo debe empezar a disminuir, debido a que todo el petróleo producible ha sido ya descubierto, se ha convertido en la moneda de intercambio preferida para construir escenarios cataclismitos que pronostican tiempos de debacle económica de alcance global.
Si a este ya confuso panorama, le añadimos la cada vez más intratable cuestión del radicalismo islámico y sus llamadas “guerras santas”, y las ineficaces acciones militares con las que el occidente solo atina a responder, nos encontramos ante una mezcla de ingredientes que conducen aun inevitable punto de quiebre. No es una cuestión de si ocurrirá o no esta discontinuidad, sino de cuando ocurrirá.
Si los lectores han sido pacientes con este cronista, y hasta ahora no me han abandonado buscando evitar una angustia innecesaria, se preguntarán a santo de que viene toda esta letanía.
Venezuela es uno de esos países, que producto de los azares de la naturaleza, le toca ocupar un rol decisivo en el resultado de la siguiente travesura de la historia. Su ingente base de recursos de hidrocarburos, petróleo y gas, su posición geográfica, su tradicional rol de suplidor seguro del hemisferio occidental y su tradición petrolera, le convierten en una pieza clave en el rompecabezas global.
Pero hete aquí que el “azar” de los dioses le ha puesto “piquete” adicional, como dirían los jugadores de billar de tres bolas, a una situación ya de por sí compleja. Los eventos políticos de los últimos siete años han creado una paradoja extraordinaria en el ámbito petrolero nacional. Una situación de oportunidades sin precedente aparejada a una industria petrolera nacional en minusvalía, y unos niveles de ingresos que alimentan un espejismo de políticas eficaces.
Hay gente que piensa, los mas, que el solo hecho de tener recursos hidrocarburíferos en el subsuelo le confiere a Venezuela, sobretodo a estos altos precios, una posición de invulnerabilidad política y económica secular. Hay otros, los menos, que entienden que controlar la veta, como la historia ha demostrado una y otra vez, no garantiza el bienestar de la comunidad alrededor de la mina, es decir nosotros los venezolanos.
¿Qué hacer? ¿Cómo aprovechar la coyuntura?, que aunque no es de nuestra hechura, presenta amenazas y oportunidades importantes para nuestro desarrollo presente y futuro. ¿Como escaparnos del sentimiento de éxito inevitable a lomos del precio del petróleo, que invade la psiquis nacional?
Hace solo unos años, la creencia en la industria petrolera en general era que los precios se mantendrían en niveles moderados, $15 - $18 por barril de WTI, aunque había un riesgo de eventuales picos de precios. Aún hoy día, de acuerdo a PDVSA (El Universal, Abril 27 de 2006), se planifica a precios del barril más cercanos a $20 que a los niveles de $70 de los días recientes. Sin embargo, la creencia implícita de aquellos que manejan la política petrolera de Venezuela y de otros países exportadores, derivada de sus acciones mediatas e inmediatas, es que los precios altos están aquí para quedarse.
Si este es el escenario probable, y es cierto que Venezuela tiene reservas de hidrocarburos suficientes para las siguientes décadas, ¿cual debe ser la estrategia petrolera de cara a las crecientes necesidades de su población y al complejo panorama internacional que hemos descrito? ¿y cuales sus implicaciones?
A pesar de la inmisericorde crítica al plan de expansión de capacidad de producción de Venezuela, diseñado por previas administraciones, los actuales responsables de diseñar la política petrolera no han hecho más que reciclar las mismas ideas, empaquetadas con un envoltorio engañoso de patriotismo y nacionalismo y en un ambiente mucho más hostil para la inversión privada necesaria.
Esta recurrencia de ideas no es de extrañar. La ecuación formada por una demanda en continuo crecimiento, acoplada a la extensa base de recursos de Venezuela, resulta en una sola solución: expansión de la capacidad de producción y búsqueda de nuevos mercados. Hoy igual que ayer. ¿O es que desde el punto de vista petrolero, que es el que ocupa a este cronista, hay alguna diferencia de fondo entre el plan de “Siembra Petrolera” y el incorrectamente denominado “Plan de Apertura Petrolera”?
Sin embargo, la intención estratégica de largo plazo debería ser hoy diferente a la de los años noventa. Los altos precios del petróleo son sin duda una muy bienvenida bendición para los países exportadores, y en particular para aquellos países que como Venezuela no han sido capaces de estructurar economías sanas alrededor y partir de la renta petrolera. ¿Pero es el mantener esa situación, por defecto o por diseño, la estrategia correcta?
En una visión de mediano y largo plazo, que no es una particular fortaleza de la clase dirigente, la situación se presenta complicada. Los altos precios de la energía, las inseguridades de suministro asociadas a problemas de origen ideológico (religiosos o políticos), la creciente consciencia sobre los problemas ambientales, y la dinámica de innovación asociada al libre mercado de las ideas y la tecnología, se empiezan a ensamblar y estructurar hacia un mundo cada vez menos, y no mas dependiente, de las volatilidades asociadas al petróleo y de las veleidades de los gobiernos que controlan las reservas.
La insurgencia de China e India como motores económicos de dimensiones gigantescas, y su influencia en la demanda de materias primas, contribuyen al presente sostenido aumento de precios del crudo y otras materia primas; pero por otro lado y aun mas importante, activan en miles de millones de seres humanos la consciencia de su derecho a mejores y mas sostenibles niveles de vida, y su derecho a acceder a la energía de una manera confiable y accesible, bajo regimenes de libertad.
Las implicaciones de estas presiones son difíciles de definir, y mucho menos proyectar hacia delante. Pero si la historia de los anteriores 250 años arroja alguna lección (con todo y guerras), es que la ingenuidad humana siempre consigue una solución a los obstáculos que se presentan en el camino de su progreso, y que este camino generalmente discontinuo, deja a los desprevenidos en el basurero de la historia.
El petróleo, y por lo tanto Venezuela, se enfrenta a un acertijo estratégico de difícil solución. Se debate entre, ser partícipe del futuro contribuyendo a mantener y ampliar el mercado para los hidrocarburos como fuente energética de excepción, o contribuir a adelantar la dilución de su relevancia para el mundo, al aprovecharse de su presente posición de dominio.
Obtener el balance entre el precio “justo” del recurso, concepto difícil de delinear, y hacer crecer y defender el mercado por el mayor tiempo posible, no es una tarea fácil ni necesariamente factible de concluir. Lo que sería ingenuo pensar es que la presente situación es inmutable y que hemos descubierto el corno eterno de la abundancia.
Aquellos que abrazan la teoría del “Peak Oil” apuran a que el mundo se prepare para un escenario sin petróleo; aquellos que se preocupan por el calentamiento global presionan por la venida de un mundo sin petróleo; y los competidores del petróleo se preparan para asumir su rol. Mientras tanto aquellos que se han pasado toda una vida tras el parapeto de la defensa de la “renta petrolera”, se empeñan en aplicar viejas recetas a nuevas y muy complejas situaciones.
Mañana nuevas noticias ocuparán los titulares, y estaremos un paso más cerca de ese futuro que otros construyen por nosotros, mientras seguimos distraídos y embelezados por una bonanza que no es de nuestra hechura y que nos impide desentrañar el “What if”.
El petróleo, con todos y sus lunares, nos ha traído hasta aquí. No es muy temprano para derribar la empalizada virtual del campo petrolero y la mitología de la renta, y empezar a ver el mundo que yace allende.
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