Ha sido un año complicado tanto en lo personal como en lo público. La desaparición de Hugo Chávez abrió una pequeña rendija por la cuál se coló un hilo de esperanza. Muchos de nosotros llegamos a pensar que su muerte era una oportunidad de empezar a reparar la destrucción del tejido social que tan hábilmente el difunto había usado como la base principal de su movimiento político, y que Venezuela podía, aunque fuera solo de manera tímida, entrar en el siglo XXI sin las cargas de odio que el teniente coronel había cosechado y vuelto a sembrar.
Esto, sin embargo, ha resultado ser una esperanza vana, por ahora. Los herederos políticos del teniente coronel, con poca o casi ninguna imaginación, y algunos dicen que bajo los designios de los hermanos Castro, decidieron que su mejor opción era seguir construyendo sobre el muro de resentimiento que les rodea y aisla, y que les impide pensar en otra cosa que no sea su ideología divisionista y empobrecedora, empaquetada como gesta revolucionaria.
Venezuela se sigue deslizando hacia un barranco de creciente pobreza y atraso, donde los pobres se hacen cada vez más dependientes de las dádivas del estado, los ricos, nuevos y viejos, se hacen cada vez más ricos bajo el paraguas de corrupción generalizada de las instituciones, y la clase media asiste impotente a la destrucción de su modo de vida, sin una aparente salida.
En lo personal, el cínico de Rafael Ramirez continuó su persecución de los antiguos empleados de PDVSA. Este diciembre, en el aniversario del paro cívico del 2002, Ramírez y la nueva pdvsa volvieron otra vez sobre el trillado cuento del sabotaje petrolero y las pérdidas milmillonarias, que la historia demostrará fueron más consecuencia de las acciones e indolencia de Alí Rodriguez y sus aliados, entre ellos el mismo Ramírez, que de ningún acto concertado de empleados petroleros.
El mito del "paro petrolero" es mantenido tanto por propios como extraños, a unos les interesa recubrirse con un manto de superficial heroicidad que no les corresponde, y a otros camuflar sus responsabilidades políticas por los hechos del paro cívico. Hoy, 11 años más tarde, sigo sosteniendo que la mayoría de los empleados petroleros despedidos, y los hoy perseguidos, no son más que víctimas de conveniencia en una "historia oficial" acomodaticia, mientras que los responsables de la destrucción de PDVSA usufructúan las mieles del poder y la corrupción sin límites.
Es frustrante observar como los forajidos que hoy se erigen sobre una industria petrolera en declive, se jactan de sus fechorías, y hasta se atreven a pasar juicio sobre los que los precedimos; y que hay gente, aún en la oposición, que también se regodea en ello, reforzando esa la más extraña de las paradojas: un país petrolero que no entiende ni trata de entender el petróleo más allá de la renta.
En medio de este paisaje desolador, millones de venezolanos se levantan todos los días a tratar de cambiar el destino de servidumbre que el gobierno militar parece haber diseñado para ellos. Sin más recursos que su integridad, principios y deseos de cambio, los venezolanos de valía luchan contra la adversidad que los ahoga. Ese espíritu indoblegable es lo que todavía mantiene viva la esperanza en una Venezuela diferente al marasmo del chavismo y sus herederos.
Pero termino el año seguro de que esto también pasará; quizás cuando pase sea ya tarde para volver al terruño, pero me contento en la idea de que mis hijas volverán con la frente en alto, mientras que los hijos de la revolución buscarán en vano las razones para las acciones de sus padres.
2 comments:
Bravo, por fin leo algo sobre la historia contemporánea de PDVSA escrito con honestidad y valentía. Te felicito. Ojalá tu mensaje llegue a nuestros hijos y a todos los jóvenes venezolanos de estos tiempos de decadencia y frustración. Y ojalá, cuando llegue el momento de reconstruir el país, alguien se acuerde de estos escritos. Abrazo, AM
Excelente artículo Luis Augusto. Tus palabras trascenderán y este duro aprendizaje nos reimpulsará - más temprano que tarde - como nación beneficiaria de nuestros petroleros “clase mundial”. La plaga chavista ha simulado “el sufrimiento de la destrucción en guerra”, que nuestros célebres pensadores citaban que nos hacía falta conocer. Tocermos fondo y cual péndulo, retornaremos vigorosos a la nueva oportunidad. Dios nos permita compartir el amanecer de justicia y la erradicación del resentimiento sembrado estos tres lustros…
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